Uff... Me he despertado de madrugada al sentir el líquido que caía entre mis piernas. He ido al baño, intentando no dejarme llevar por el pánico, pero sí, era sangre. Miedo, angustia, fatalidad. Los peores presagios. Un aborto, y pasadas ya las doce semanas!!! He vuelto a la cama y me he abrazado a M. tan fuerte que la he despertado. Llanto, mimos, mantita caliente, un zumo rico y galletas. Intentar dormir un rato, para ir por la mañana al hospital. Menos mal que no estaba sola.
Al despertar, ya no sangraba. Hemos ido a urgencias, de todas formas, mientras yo me repetía a mí misma "Es posible que esté muerto. No pasa nada, no pasa nada, no pasa nada" mientras luchaba por mantener bajo control los recuerdos del aborto del año pasado, la pesadilla de ir una y otra vez al hospital a por medicación, las expectativas, los fracasos, el jaleo vital, las inyecciones, el efecto de las hormonas, el fantasma de que, maravillas del actual gobierno, saquen a mujeres solas y lesbianas de los programas de reproducción asistida. "Pero no pasa nada, no pasa nada"
La
espera ha sido corta. El médico, un poco bruto. ¡En ginecología, a
los tíos les tendrían que hacer un cursillo especial sobre cómo
tratarnos! Pero las noticias, ¡¡¡tan buenas!!! Ahí estaba mi
bebé, moviéndose dentro de mí, en un momento dado hasta parecía
que saludaba. No me lo podía creer... Tan bonito, tan emocionante... He llamado a M. para que
viniera a verlo, pero no dejan pasar.
Me han dicho simplemente que a
veces sucede que se sangra, aunque no sepan por qué.
Hemos salido de la consulta y he empezado a llorar y llorar y llorar, de tanto alivio, de tanto miedo que había pasado. Lloraba y lloraba y lloraba y no podía parar...
Me
he ido ya tranquila a casa. Pero por la tarde he vuelto a sangrar,
mucho más, casi como si estuviera con la regla. Muy difícil
mantener la calma...
Ojalá 2013 ya no traiga más sustos