Eco. Eco, y resultados de los estudios en busca de riesgos de anomalías cromosómicas. Imagino que habrá mujeres que van tan tranquilas. Yo, cualquier cosa menos tranquila. No ha habido tregua, no consigo simplemente relajarme y confiar en que todo irá bien. Así que iba en el autobús llorando (como es mi estado habitual últimamente, ¡qué desastre!!), mientras A. intentaba convencerme de que todo iba a estar bien.
Hemos entrado R. y yo en la consulta, me han pedido que me subiera la camiseta (¡y yo depilándome toda la mañana!) y, muy seria, la ecógrafa ha empezado la exploración, sin contarnos demasiado y prohibiéndome hablar. En pantalla, el bebé. Esta vez no se movía, debía estar durmiendo, pero a la vez tenía hipo, qué divertido, de vez en cuando pegaba un bote en la cama elástica que debo ser yo. Se veía la cabecita, los brazos, las piernas, la columna vertebral, el corazón latiendo... Qué bonito y qué emocionante.
Mientras me limpiaba y me vestía, la ecógrafa introducía los parámetros en el ordenador y he leído que escribía "mujer". ¿Mujer? Obviamente no podía estar refiriéndose a mí... Y al acercarme más, he visto que lo que rellenaba era la casilla de "sexo fetal".
¡Anda! ¿Le has visto el sexo?
Sí, es niña. Bueno, no se puede estar seguros todavía, te lo confirmarán en la siguiente ecografía, pero yo creo que es niña. Mira, según los estudios, el riesgo de que el feto tenga anomalías cromosómicas está en el nivel más bajo, así que no es necesario que te hagas otras pruebas invasivas. No obstante, como sabes, esto no es una prueba diagnóstica, sino que son sólo probabilidades. Sal fuera, te darán cita para la ecografía de las 20 semanas.
R. ha tenido que salir fuera, donde esperaba A. Yo, esperando que salieran los resultados por la impresora, mirando la foto de mi niña, la pequeña gólum más bonita del mundo, lloraba otra vez. ¡Me he convertido en un surtidor!!
En cuanto he puesto el pie fuera del hospital, he llamado a M.
¡M.! ¡Que todo bien!
¿Todo bien? Ah.
¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Te pasa algo?
Nada. No te oigo muy bien. Ya hablaremos otro rato.
¿¿¿¿???? ¡Menos mal que mi corte de hadas madrinas, mi madre, mi hermana, ... han querido saberlo todo todito y han hecho toda una fiesta!
Horas más tarde, me ha llamado M., tras un mensaje en el que decía que no es que estuviera enfadada, sino desconcertada (¿?), y que ya hablaríamos. Para entonces, yo ya había perdido la ilusión por contarle las noticias.
Hablando, por la noche, ya cara a cara, ella me decía que se le hacía "raro" que para algunas cosas contara con ella y para otras no, que el otro día sí que quisiera que me acompañara a urgencias y que esta vez ni siquiera le hubiera preguntado si quería venir. Cuánto le cuesta hablar de lo que realmente siente.
Y qué jaleo todo... Sigo sin saber dónde se quiere situar. Hace dos meses que se lo pregunté y que dijo que tenía que pensarlo, a la vez que me decía que si se lo pensaba, era sólo porque yo se lo pedía. A mí eso me dolió. No era una petición, sino un ofrecimiento, un regalo. Y si no tiene que ver con un deseo suyo, no tiene ningún sentido. Sigue pensando (supongo) y por ahora no me ha dado ninguna respuesta. Pero sin embargo, se frustra si no estoy contando con ella todo el rato.
Y a mí se me hace tan difícil de gestionar esta situación.... Entiendo sus dudas, sus miedos, su necesidad de reflexionar... Pero sin saber si quiere ser partícipe o no, no puedo estar centrándome únicamente en ella. No soy capaz. Necesito mi red de hadas madrinas. Si luego desaparece...
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